El viento es alguien que está cerca de nosotros y muy lejos. Nos
da en la cara al salir de casa, pero cuando doblamos la esquina él
ya se ha ido a otra parte. Nos gusta cuando es fresco en verano y nos
alivia del peso del sol, pero nos molesta si viene muy frío en
invierno y se nos cuela dentro del abrigo. Es extraño que sea
tan poderoso siendo invisible.
Al viento lo conocemos desde siempre pero apenas sabemos dónde
ha estado antes de venir a vernos. Nos gusta ver cómo arrastra
las cosas y cómo hincha la ropa tendida, y a veces, sólo
a veces, nos gustaría irnos con él porque sabemos que
va muy muy lejos.
El viento es un gran viajero, cruza el mar, arranca arena del desierto,
mueve las hojas de todos los bosques, entra en todas las casas del mundo
y levanta cualquier cometa que se encuentra por los campos sin fijarse
en su color, ni en el de la cara del niño que sujeta el hilo.
A veces, como la gente, vive en las nubes y las arrastra, las junta
o las separa y organiza tormentas fenomenales. Conoce todos los países,
se sabe el nombre de las montañas y los ríos, también
ha visto pasar el tiempo. Es muy difícil pensar que no sea alguien
vivo porque él también tiene miles de nombres. Nunca sabemos
cuándo se detiene.
El viento es la respiración del mundo y nos hace pensar en la
extremada fuerza de la naturaleza y en su dulzura. Los habitantes de
las ciudades enormes, que apenas ven los bosques y la hierba, reciben
de su mano trocitos de naturaleza y a veces regalos inesperados como
el olor a flores o a madera. Cuando viene del mar, el viento huele a
sal.
Cada tierra, cada mar, tienen su viento y el viento es dueño de
todos los caminos del mundo. También los hombres han recorrido
caminos, tierra y mar. Siempre vientos y hombres viajan juntos.
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