En el desierto el viento ocupa el lugar de los árboles y de
los hombres; ocupa el lugar de la lluvia.
El verano
No se puede saber lo que es la piedra sin venir a Orán. En esta
ciudad, más polvorienta que ninguna otra, el pedrusco es el rey.
Lo quieren tanto que los comerciantes lo exponen en sus escaparates
para sujetar los papeles o, aún más: sólo de muestra.
Lo amontonan a lo largo de las calles, sin duda nada más que
para darle gusto a la vista, puesto que, pasa un año y el montón
está en el mismo sitio. Lo que en cualquier otra parte extrae
su poesía de lo vegetal, adopta aquí un rostro de piedra…
Alrededor y por encima de la ciudad la naturaleza brutal de África
está adornada con sus ardientes atributos... El desierto tiene
algo de implacable. El cielo mineral de Orán, sus calles y sus
árboles en su envoltorio de polvo, todo contribuye a crear ese
universo espeso e impasible donde el corazón y el espíritu
no se distraen nunca de sí mismos.
El verano. Albert Camus.
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