Islas solitarias o secretamente amarradas en un racimo. El viento en
los archipiélagos sopla con tal fuerza que las islas, por grandes
que sean, parecen barcos lanzados a la inmensidad del océano
en busca de un puerto en el que atracar, pero las islas están
atadas al mar y de él beben los aires. Japón es azotado
por vientos que llegan de todas las direcciones: del norte, el Boekifu,
el Kochi, del este; el Narai, que llega desde Siberia. El espíritu
del viento es el Kamikaze. En Cuba, el Bayomo viene del norte, y en
la verde Inglaterra el terrible norte se llama Helm; en Islandia el
viento frío es el Rok, y el Oe, en las islas Faroes. El viento
fuerte en Hawai se denomina Kohala y Kohilo la brisa suave; y en Java
el Bali es el pequeño viento amigo del este. En el archipiélago
de las filipinas el Colla agita las nubes y prepara la tormenta. El
Willy-Willy recorre las islas del mar de Timor incansable, y el Tuvalu
se agita entre las de los arrecifes de coral.
Sopló el viento
Sopló el viento estridente y raudo,
y a mi corazón despertó ese viento:
oh, volver a navegar y surcar los mares,
y oír el llanto de las jarcias,
crujir de cuadernas al estirarse,
y ver la grímpola a sotavento ondeando.
¡Oh tú, marino de la flota,
llegada es la hora de ponerse en marcha!
¡De tripular el bote, de remar es hora!
¡De poner tu mano en la mía
y vaciar nuestros vasos de vino,
y antes de partir hacer brindis por la muerte!
Pues hacia la muerte zarpamos;
y es la muerte quien envía galernas
y quien sujeta el timón cuando navegamos.
¡Pues reina es de todas las cosas
en la turbonada y en la tempestad,
e impera en el océano violento y vasto!
Robert Louis Stevenson.
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